Quarta-feira, 07.12.11

Injeção letal

Na ocasião falou-se e foi publicado nos jornais e revistas que o poeta Pablo Neruda morrera de tristeza pelo sangrento golpe de estado perpetrado pelo General Augusto Pinochet contra a democracia e contra o povo chileno. Agora soma-se mais uma marca mórbida e covarde às milhares anotadas a fogo na arma do ditador sanguinário. 

 

 

Fue Neruda asesinado?

 

Rocío Montes Rojas

 

El certificado de defunción de Pablo Neruda indica que falleció por cáncer de próstata el 23 de septiembre de 1973, 12 días después del golpe militar que derrocó a Salvador Allende. Es lo que ha quedado establecido en la historia oficial. Pero no es la versión que defiende Manuel del Carmen Araya Osorio, chileno, taxista de 65 años y chófer personal del poeta durante sus últimos meses de vida.

 

Este hombre sostiene que el premio Nobel de Literatura fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet

 

"Después del 11 de septiembre, el poeta iba a exiliarse a México junto a su esposa Matilde. El plan era derrocar al tirano desde el extranjero en menos de tres meses. Le iba a pedir ayuda al mundo para echar a Pinochet. Pero antes de que tomara el avión, aprovechando que estaba ingresado en una clínica, le pusieron una inyección letal en el estómago", dice Araya, convencido.

 

La primera vez que su testimonio se difundió en un medio de comunicación fue en la revista mexicana Proceso, en mayo pasado. Tras la publicación, el Partido Comunista de Chile, en el que militaba Neruda, entabló una querella para esclarecer las causas de su muerte. La justicia acogió la demanda.

 

 

El juez Mario Carroza, que ha liderado investigaciones relevantes sobre derechos humanos en este país, abrió la causa hace cinco meses. Ya tiene dos tomos de 500 páginas.

 

En el piso 14º de un edificio del centro de la capital chilena señala "la existencia de elementos que permiten determinar que existen grados de veracidad en el relato de Araya". Hoy por hoy estudia la posibilidad de exhumar el cuerpo para esclarecer el caso.

 

Estamos en noviembre, es una mañana de sábado primaveral en San Antonio, un puerto grande y poco moderno a 109 kilómetros al oeste de Santiago. El chófer de Neruda vive en esta ciudad costera junto a su madre de 80 años. Puesto que la mujer teme por la seguridad de su hijo tras haber denunciado el asesinato, la entrevista se realiza en la vivienda de un pescador amigo de la familia. Una pintura de Allende cuelga de una pared. "Es mi Dios", explica la dueña de casa. Araya, vestido con un traje sencillo e impecable, rememora los hechos con nitidez: "No hay día en que no recuerde lo que ocurrió hace casi cuatro décadas".

 

Hijo de un humilde matrimonio campesino que tuvo 13 hijos, cuenta que se convirtió en secretario personal del poeta a los 26 años: "El partido comunista, donde yo militaba desde muy joven, me asignó en noviembre de 1972 la misión de cuidar de Neruda. Él acababa de regresar a Chile tras renunciar a la Embajada de Francia por su enfermedad".

 

El veinteañero se trasladó a la casa del poeta y de su mujer en Isla Negra, una pintoresca localidad costera cercana a Santiago. En esa vivienda, hoy convertida en un museo, también vivía la hermana de Neruda y otros tres empleados. En esos meses se convirtió en el hombre de confianza del escritor: le compraba la prensa y le servía el desayuno, vagabundeaban juntos por mercados y casas de antigüedades y lo trasladaba a donde fuera preciso en un coche de marca Citroën.

 

Araya relata que el cáncer jamás le impidió a Neruda hacer vida normal: "Pesaba cerca de cien kilos. Recibía y visitaba a sus amigos intelectuales y políticos. Y nunca dejó de escribir. Eso no hubiese sido posible estando grave". De hecho, el poeta terminó sus memorias Confieso que he vivido el 14 de septiembre de 1973, nueves días antes de su muerte.

 

"Escribo estas rápidas líneas de mis memorias a solo tres días de los hechos incalificables que llevaron a la muerte a mi gran compañero el presidente Allende", señaló en su último texto. Lo hizo pese a la presencia de militares y marinos que tras el golpe de Estado tomaron su casa. Neruda era amigo y uno de los férreos partidarios del Gobierno de Allende. Según la querella presentada en mayo pasado por el Partido Comunista Chileno, al principio hicieron circular la versión de que el poeta estaba grave por motivos de seguridad.

 

"Para tratar de protegerle", señala el escrito, "se hizo público que estaba más delicado de salud que lo real". El entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, mandó a su embajador en Chile el 16 de septiembre para que ofreciera asilo al escritor y a su esposa. Neruda aceptó la oferta. Manuel Araya sostiene que "fue entonces cuando se organizó un operativo para trasladarlo desde Isla Negra a Santiago, donde ambos se iban a embarcar. Para resguardarlo, Neruda viajó en ambulancia el día 19. Iba acompañado de su señora. Yo, de cerca, los seguía en un Fiat 125. El trayecto, que normalmente se realizaba en dos horas, se prolongó hasta seis. Los militares nos detenían una y otra vez en búsqueda de armamento. Fue muy humillante".

 

Neruda ingresó ese mismo día en la clínica Santa María de la capital chilena. Según Araya, se hizo así para esperar en paz la salida a México. Según Gonzalo Martínez Corbalá, que fue embajador mexicano en Chile, la salida del país estaba programada para el 22 de septiembre.

 

"Pablo aceptó hasta el punto de que me dieron sus maletas y las de Matilde, y un paquete con el manuscrito de Confieso que he vivido, escrito con la tinta verde que usaba", señaló el exdiplomático en una entrevista reciente concedida al periódico La Jornada.

 

El día previsto, sin embargo, cuando fue a buscarlos al hospital para dirigirse al aeropuerto, Neruda le pidió que pospusieran el viaje para el día 24. No le dio razones. Esta conversación, sostenida un día antes de la muerte de Neruda, se ha convertido en un hecho clave para los querellantes. Argumentan que si en verdad hubiese estado tan grave, no podría haber charlado largamente con el mexicano. Martínez Corbalá señaló que Neruda no estaba en estado catatónico: "Hablaba con toda normalidad". Pero a diferencia de lo que señala el chófer, indicó que el escritor ya no se podía ni mantener en pie.

 


 

Manuel Araya recuerda que el 23 de noviembre, el escritor le pidió a él y a Matilde que viajaran a Isla Negra. El escritor quería que rescataran algunos objetos personales que pretendía llevarse a México. "A eso de las cuatro de la tarde, mientras guardábamos las cosas, recibimos una llamada telefónica. Era Neruda. Nos pidió que regresáramos de inmediato a Santiago porque se sentía muy mal. Dijo que, mientras dormitaba, un médico había entrado a su habitación y le había puesto la inyección. Regresamos de inmediato a la clínica. Lo encontramos afiebrado, rojo, hinchado".

 

El chófer relata que, en ese instante, uno de los médicos se le acercó para pedirle que saliera de la clínica para comprar un fármaco necesario para el poeta. "Me dijeron que no iba a encontrar el medicamento en el centro y que debía ir a la periferia de la ciudad. Aunque me extrañó, seguí las instrucciones. Estaba en juego la vida de Neruda", explica Araya.

 

En medio del desplazamiento, dos coches interceptaron su vehículo. Un grupo de hombres lo sacaron a la fuerza. Lo tiraron al suelo y lo patearon. Le pegaron un balazo por debajo de la rodilla. "Todavía conservo la marca de aquella herida", dice levantándose el pantalón. Luego lo llevaron al Estadio Nacional, uno de los centros de detención y tortura instalados por la dictadura. Según lo que ha establecido el juez Carroza en su investigación, Araya salió de la clínica por orden de Matilde Urrutia y no del médico.

 

El objetivo era comprar agua de colonia para hacerle fricciones al poeta en sus piernas, que a sus 69 años sufría de gota. El magistrado, no obstante, confirma que Araya fue apresado, tal y como relata, ese día y a esa hora. Años después, la viuda del poeta mencionó este episodio en sus memorias Mi vida junto a Pablo. "Ya se acercaba la tarde y mi chófer no había aparecido (...) Él había desaparecido con nuestro coche y con él yo perdía la única persona que me acompañaba en todas las horas del día". A las 22.30 de ese 23 de septiembre, el poeta Pablo Neruda fallecía en la clínica Santa María. La prensa local informó de que había muerto por un shock sufrido tras una inyección. Manuel Araya se enteró del deceso del poeta varios días después, en prisión. Cuando lo dejaron libre, a fines de octubre, pesaba 33 kilos.

 

-¿Por qué tardó 38 años en denunciar el presunto asesinato?

 

-Durante todo este tiempo toqué mil puertas y nadie me quiso escuchar. Tras el retorno a la democracia, fui muchas veces al Partido Comunista de Chile. Pero nunca me hicieron caso. Lo único que quiero es que el mundo sepa que Neruda fue asesinado. Matilde Urrutia, fallecida en 1985, se refirió en varias ocasiones a la causa de la muerte del poeta. En una entrevista concedida al diario español Pueblo, publicada el 19 de septiembre de 1974, dijo que "la verdad única es que el duro impacto de la noticia (del golpe de Estado) le causó que días más tarde se le paralizase el corazón. El cáncer que padecía estaba muy dominado y no preveíamos este desenlace tan repentino. No alcanzó ni a dejar testamento, pues la muerte la veía aún muy lejos".

 

Rodolfo Reyes, sobrino del poeta y representante legal de los herederos, ha señalado que apoya la investigación que lleva a cabo la justicia. Lo secunda el presidente del partido comunista, el diputado Guillermo Teillier: "Pinochet cometió crímenes contra personas que podrían hacer daño a la dictadura desde el extranjero. En 1974 asesinó al general Carlos Prats en Buenos Aires. En 1976, al canciller Orlando Letelier en Washington. Y el poeta habría sido un formidable representante de la resistencia".

 

La Fundación Neruda, sin embargo, ha negado la hipótesis del homicidio: "No existe evidencia alguna ni pruebas de ninguna naturaleza que indiquen que Pablo Neruda haya muerto por una causa distinta del cáncer avanzado que lo aquejaba", señaló un comunicado recientemente difundido.

 

El juez Mario Carroza, tras meses de investigación, determinó judicialmente en julio pasado que el expresidente Salvador Allende se suicidó en La Moneda. Hoy en día lleva adelante la causa por la muerte del general Alberto Bachelet, padre de la expresidenta de Chile, que falleció en 1974 tras ser torturado por sus propios compañeros de armas. Respecto al caso Neruda, el magistrado ha interrogado a numerosos testigos, entre ellos al propio Manuel Araya.

 

En los próximos días prestará declaración el entonces embajador de México en Chile y el médico Sergio Draper, quien atendió al escritor en la clínica Santa María el día de su muerte. Además de los interrogatorios, Carroza y sus equipos han intentado reconstruir el historial médico de Neruda. Lo han hecho en Chile y en Francia, donde se le trató por primera vez el cáncer. La clínica donde falleció, sin embargo, explicó que no conserva la ficha del escritor "atendido el tiempo transcurrido".


  

Como sea, el juez intenta tener la mayor cantidad de antecedentes posibles para que el Servicio Médico Legal determine si hay necesidad de exhumar el cuerpo. "Los restos del poeta ya están reducidos", explica Carroza. "Si consideramos además el tiempo que ha transcurrido, es necesario establecer muy bien si este procedimiento nos va a entregar alguna evidencia explícita".

 

-¿Existen posibilidades de que nunca se sepa cómo murió Neruda?

 

-Podría ocurrir.

 

Rocío Montes Rojas - Publicado em El País

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Quinta-feira, 20.10.11

Um presente da poeta

Um poema inédito de Mariana Ianelli

 

 

 

 

 

ARCA DA LEMBRANÇA

 

 

 

 

Um sol de opala se uma tarde é pasto da memória,

Uma luz de chá dourando o canto cego de uma sala

E sobre a mesa, o espelho d'água

 

A ocasião do ato secreto

 

De repovoar veredas, antros, mirantes do passado,

Saudade que vai juncando de ramos, conchas e corais

Todo o imenso dorso de um barco naufragado.

 

 

 

 

© Mariana Ianelli - Iluminuras, 2011

 

 

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Terça-feira, 23.08.11

A poesia é a palavra

O mágico desconhecimento da vida

 

Paulo José Miranda

 

Contrariamente ao que tenho lido do que se tem escrito acerca de Mariana Ianelli, julgo que o mais importante na sua poesia não é Deus, nem o homem na sua imperfeição, o humano na sua natureza, a Bíblia ou outros tantos textos referenciais. O mais importante na poesia de Mariana é a palavra.

 

Pela boca morre o peixe, pela palavra morre a vida. Pela palavra morre a miséria da vida e nasce a flor viçosa do esplendor humano. A palavra aponta a miséria para superá-la, para sará-la, curá-la. Só a palavra cura a vida, só a poesia cura a realidade. Esta é a poesia, o sentido primeiro da poesia de Mariana Ianelli.

 

Mariana acredita na palavra redentora, contrariamente ao pensador alemão Walter Benjamin. A palavra redentora é a palavra poética. A palavra que começa sem começo. Que acaba sem fim. A palavra que magicamente desconhece a vida. A palavra que está fora da vida e, só por isso, pode fazer a vida apaixonar-se por ela. Pois a vida não se apaixona pelo que ela é, a vida apaixona-se pelo que ela não é, pelo que ela não tem.

 

Mariana faz uma das coisas mais difíceis de serem feitas em poesia: com os materiais da miséria, com os materiais da história humana repleta de atrocidades, constrói um arranha-céus de otimismo. Mas não se pense que otimismo se identifica com lirismo caduco ou com pieguice de polichinelo. Melhor seria dizermos que, para além da beleza dos seus versos, há ainda a desgraça do otimismo. Desgraça bem maior do que o pessimismo é o otimismo. Acreditar na palavra apesar de tudo, contra tudo e contra todos, acreditar na palavra como transformação, como advento, como o que pode e vai salvar o mundo é mais miserável do que não acreditar. Quem acredita na palavra poética como redentora do humano e do mundo sofre mais do que um pessimista.

 

O que dói é acreditar e carregar essa crença nas costas. Não acreditar em nada não dói sequer uma unha. O otimismo, e isso aprende-se nos poemas de Mariana Ianelli, é a maturidade da miséria. Ao invés de acusar a miséria, de lhe pôr as culpas em cima, estes poemas ordenam as misérias com palavras e, neste movimento, acontece o inesperado. Este inesperado é o poema que nos faz ver o que já julgávamos ter visto. O pessimismo é a adolescência da miséria e o otimismo a maturidade da mesma. E quando digo aqui miséria, não falo apenas da miséria humana, mas a miséria de todas as coisas, a miséria do tempo com tudo o que engole. Embora tenha dito atrás que Mariana usa os materiais da miséria e os transforma, não estou com isso a dizer que se trate de uma poética da reciclagem. Uma coisa é fazer uma estátua com o lixo da rua, outra bem diferente é ordenar o lixo da rua e seguir em frente.

 

Assim são os poemas de Mariana. Nem descreve a realidade, nem a recicla. Os poemas de Mariana ordenam a realidade, de modo a caminharmos melhor e seguirmos em frente. Não temos de ter vergonha do lixo, das nossas misérias, as palavras sabem delas melhor do que nós e ao seguirmos as palavras, seguimos em frente, seguimos acima da vida.

 

Há na poética contemporânea muito de reciclagem, mas não é o caso dos poemas de Mariana Ianelli. Aliás, seus poemas destacam-se radicalmente daquilo a que se usa chamar de poesia contemporânea, tanto na forma quanto no conteúdo, como se verá em seguida ao analisarmos de perto um dos seus livros. A poesia de Mariana é uma poesia apocalíptica, uma poesia da revelação, uma poesia ainda por vir.

 

Ora, aquilo que está por vir não é contemporâneo, mas apocalíptico. Há poetas que nos fazem ver que nunca tínhamos visto o que julgávamos saber. É assim com os poemas de Mariana Ianelli. A poesia desta jovem poeta tem a grandiloquência dos mitos, da autoridade do passado e o tom severo e encantatório da elegia.

 

Não é por acaso que seus versos começam todos em maiúsculas, quer sucedam a um ponto final, a uma virgula ou a nada. A poesia de Mariana é feita de versos, é feita verso a verso, como os bichos da seda cerzindo seus casulos. Não fico cego para a existência de uma narrativa nos seus poemas, não. Mas a narrativa é feita verso a verso, e não é com facilidade que saltamos de um verso para outro. Mariana escreve seus versos de modo a que cada um deles seja uma identidade precisa, que nos façam ver a gramática e a semântica que não víamos antes desses versos. Depois, se morre-se ou se continua a viver-se no final do poema importa menos do que os versos que percorremos. E não é assim também na vida?

 

Quem contrariar-me-á aqui que o que menos importa na vida é o seu final, mas os versos que vamos fazendo, que vamos lendo. Quem contrariar-me-á que a vida é verso a verso e não uma correria até ao fim? Assim são os poemas da Mariana.

 

Os poemas de Mariana não falam da vida, não imitam a vida, não a descrevem. Mas a vida não pode deixar de rever-se nos poemas dela. Vejam-se exemplos.

 

No seu livro Passagens, à página 31, escreve: “Eu persisti, Neste início de poema, ainda antes de começarmos, paramos. Paramos por duas razões: pela forma e pelo conteúdo. Paramos porque pela primeira vez estamos a ver o sentido pleno e contraditório deste verbo, persistir, nesta primeira pessoa a dizer o verbo: Eu persisti, ... a virgula obriga-nos, aqui, a parar mais do que qualquer ponto final usualmente nos pára. Eu persisti só poderia ter ou vírgula ou nada, nunca um ponto final, isto compreende-se pelo que falta, pelo que parece faltar à transitividade do verbo. Este verso faz-nos ver que persistir é parar. Persistir, que sempre tomamos por uma ação violenta de continuidade, aqui explode na nossa atenção como sendo o oposto. Eu persisti quer dizer “eu parei”, “eu fiquei”, “eu mantenho-me” “eu estou presente”, “eu sou”, ou como diriam os gregos antigos, “egw andreios eimi”, isto é, “eu sou corajoso”, eu mantenho-me no lugar onde sempre estive.

 

Ou ainda, como ela escreve à página 23 do mesmo livro: “Caiam todos sobre mim: eu subsisto.” Trata-se em poucos versos de um projeto que depois é sustentado verso a verso ao longo do livro. De quem se mantém só repleta de história. Porque sua poesia não rejeita o conhecimento do passado, não rejeita mostrar-se como parte da miséria que assola o mundo desde o início dos tempos.

 

Esta poesia está muito pouco preocupada com inovações formais, isso é assumido de imediato pelos versos iniciados sempre por maiúsculas, mas também há versos que no seu conteúdo nos dizem que é assim que esta poeta pensa, que esta poeta assume seu lugar no corpus poeticus, leia-se o verso à página 79: “Os falsos poetas contemporâneos,”. E, nesse mesmo poema, o primeiro verso diz: “Retorna para o Tártaro,” e, adiante: “E, depois, as Fúrias aprontarão”.

 

Assim Mariana Ianelli assume a temporalidade, assume o mundo como seu objeto poético, e não apenas seu lugar claustrofóbico aqui e agora: “Nós temos em comum este corpo que nos trai.” O corpo é uma prisão, viver no corpo e pelo corpo é recusar a totalidade do mundo, da história, da temporalidade. Viver para além da prisão do corpo é, para Mariana, a única possibilidade de fazer poesia. E, a tudo isto, se liga ainda um artifício muito bem conseguido: a voz desta jovem mulher, desta poeta antiga construindo seu passado, é voz de um homem, a voz masculina. Por que faz ela isto? Veja-se como ela termina um dos seus poemas, à página 55: “De um homem frente ao signo da morte, / Homem que eu jamais seria.” Não se trata de uma imitação da heteronímia de Fernando Pessoa, mas sim de uma impossibilidade de nos aceitarmos, de aceitarmos que “passamos”, que estamos aqui de passagem, que “temos em comum este corpo que nos trai.” E com ele, com esta traição que nos habita, nesta traição que transportamos temos de defender as palavras. Rejeitar a sua própria voz, a voz com a qual responde pela manhã a seu marido ou à tarde à moça da loja, é reconhecer que a vida não tem nada que entrar no poema. A vida não é p’r’aqui chamada. E, neste particular, sim, neste particular tem a ver com Fernando Pessoa. Não enquanto imitação, mas como profundo enraizamento numa estética que recusa que a vida entre poema adentro.

 

Os poemas de Mariana Ianelli têm seus pés fortemente acentos aquém e para além da vida, como podemos ver neste verso: “Com meus dedos engordurados de vida.” É assim que a poeta se vê ao chegar ao poema, ao debruçar-se sobre si mesma, sobre a página, sobre o poema: com os dedos engordurados de vida. Lembramos de imediato o verso final de um grande poema de Álvaro de Campos: “Raios parta a vida e quem lá ande.”

 

Nos poemas de Mariana, há a claridade quase ofuscante da vida não valer nada, da vida não valer senão o que se faz dela, o que se faz com ela. A vida existe para ser ultrapassada. Conhecer a vida é também fazer pouco mais que nada, saber pouco mais que nada, encantar nada. Leia-se outro verso de Mariana: “Com teu mágico desconhecimento da vida”. Desconheça-se a vida para conhecer a magia, a palavra, o mistério. Desconhecer a vida é existir sem engordurar os dedos de vida; é encantar, é ter o poder da magia, o poder das palavras que abrem clareiras, que fazem ver, como se a cegueira fosse antes do poema a nossa única morada.

 

Desconhecer a vida não é desconhecer a palavra. Desconhecer a vida não é desconhecer o que mais importa. Desconhecer a vida é a magia que ainda nos é possível realizar. Mariana sabe que nossa vida vale menos que um poema, menos que um verso. Esta é a sua guerra: contra a ausência de poesia que nos habita. A poesia dela não é pessimista, embora não nos faça rir, nem sequer ficar contentes. A poesia é de outra ordem. Da ordem da beleza, isto é, da ordem do que nos mostra a vida morrendo diante de uma palavra. E isto só pode fazer nós, humanos que vivemos nas palavras, termos um esgar de esperança de que há Deus, o outro ou o nada para nos ouvir e compreender.

 


 

Paulo José Miranda – Escritor e poeta

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Quarta-feira, 27.07.11

Gênios e sobredotados

Entrevista traduzida depois de imaginada

 

Paulo José Miranda

 

 

 

A minha entrevistada desta noite tem 32 anos e acaba de escrever um livro acerca da distinção entre pessoas sobredotadas e o génio. Ela mesma é uma pessoa sobredotada. Tem um doutoramento em física nuclear, pela universidade de Cambridge, e um doutoramento em literatura, pela universidade do Bósforo e tem ainda uma licenciatura em Filosofia, também pela universidade do Bósforo. Lê e fala 10 línguas. Tem ouvido absoluto, que implica reconhecer imediatamente o som que escuta, e estudou 9 anos de piano e toca Mozart, Chopin e Lizst na perfeição. Aos 16 anos o seu QI foi classificado de 190. Para que os nossos telespectadores possam ter uma noção mais precisa do que isto representa, acrescento que o QI de Einstein foi classificado de 180.

 

Entrevistadora: Boa noite! Espero que a minha apresentação não tenha esquecido nada. Julga-se um génio?

 

Mulher: Não, mas talvez seja aquela que está em melhor posição para reconhecer o génio. Eu sou aquilo que é designado pelas ciências da cognição como sobredotada.

 

E: O que é que a leva a fazer essa distinção? Porque, para a maioria das pessoas, uma pessoa como você é um génio.

 

M: O génio é aquele que faz o que nunca ainda tinha sido feito. O que ainda não tinha vindo ao mundo. O génio faz mundo. O sobredotado, como eu, faz muito bem feito uma quantidade enorme de coisas que já estão no mundo. Para usar uma metáfora da música, e que é verdade em mim, o sobredotado tem um ouvido absoluto para o mundo. O sobredotado faz, isto é, “imita” imediatamente o que há, quer seja a matemática, quer seja a música ou as línguas já criadas. Ele ouve e reproduz. Esta é a definição que melhor cabe para sobredotado: o reprodutor do mundo. O génio, pelo contrário, pode até ser surdo para o mundo, isto é, não conseguir aprender línguas com facilidade, ter sérias dificuldades para a matemática ou para a música, mas, depois, aquela que é a sua actividade, aquilo que faz, faz mundo. Contrariamente ao reprodutor de mundo, que é o sobredotado, o génio é o fazedor de mundo. O sobredotado “apanha” o mundo todo de ouvido, o génio não apanha nada. O génio joga, lança, faz mundo. É como se, o génio ao não saber quase nada, inventasse ele mesmo um saber, o seu saber.

 

E: Mas o génio pode também saber muito! Quando se trata de ciência, então, o génio sabe também sempre muito. Por exemplo, o caso de Einstein.

 

M: Sem dúvida! Mas ainda assim, Einstein não sabia mais matemática do que eu, e sabia menos física e matemática do que muitos cientistas ou professores do seu tempo. A questão é esta: o que faz a diferença entre Einstein e um professor do seu tempo não é o que ele sabe ou deixa de saber, mas de ir buscar o que ninguém sabe. E: Então porque é que o seu livro não faz de si um génio? M: Porque o meu livro faz apenas, ainda que possa ser brilhante, a distinção entre coisas que já há, entre o sobredotado e o génio. Não crio nem um, nem outro.

 

E: Mas julgo que cria essa distinção, que ainda não existia.

 

M: Não! A distinção já existia, não estava era muito clara. Eu apenas dei claridade à coisa. É muito diferente de criar a coisa. O facto de haver um livro, não identifica o seu autor com coisa nenhuma a priori. O que mais há no mundo são livros, e só muito poucos são de génio. E a maioria nem sequer são, asseguro-lhe, de pessoas sobredotadas.

 

E: O que é mesmo um sobredotado?

 

M: Um sobredotado é uma espécie de agente secreto dos filmes, uma espécie de James Bond, que consegue fazer tudo, mas não inventa nada, não cria nada. O James Bond é aquele que faz o que quer do mundo, mas não lhe acrescenta nada. E vamos ver uma coisa, inventar ou criar, não é uma questão modal, mas substancial. Ou seja, criar versos que não existem pode também ser não criar nada.

 

E: Porquê?

 

M: Porque se pode tratar de uma imitação, de uma reprodução de algo que é verdadeiramente bom. Também há livros que nós dizemos que são bons, mas não são de génio. São os livros a que eu chamo de sobredotados. Livros que imitam perfeitamente o génio, sem que se perceba. Mas não se trata aqui de um falsificador, como aqueles que imitam os quadros de pintores famosos, trata-se antes de alguém que escreve de um modo que já foi escrito. Píndaro inventa a escrita, Rimbaud inventa a escrita e Fernando Pessoa, poeta português do início do século passado, inventa a escrita, só para dar alguns exemplos, depois, os outros, quando são bons são sobredotados, isto é, imitam muito bem o mundo que esses, os génios, criaram. O problema, em relação à poesia, é que como as palavras e a ordem delas são diferentes de livro para livro, tem-se a ilusão de que são coisas diferentes, quando verdadeiramente não são. Aliás, o problema é comum a todas as artes. São variações do génio, alterações modais e não substanciais, isto é, não acrescentam mundo. A ciência já não tem este problema. Por exemplo, a Teoria da Relatividade não é imitada.

 

E: Mas pode ser ultrapassada, na sua tentativa de descrição do universo!

 

M: Isso pode! Na arte, o génio nunca é ultrapassado. O génio é sempre à mesma altura ou, para manter a metáfora anterior, o génio é inultrapassável, é sempre à mesma velocidade, a inultrapassável velocidade da luz.

 

Paulo José Miranda

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Terça-feira, 14.06.11

Complexa sorte

Digamos que você tenha sorte

 

Pedro Gonzaga

 

 

 

digamos que você tenha sorte

e encontre alguém que goste de você

ainda que as razões para esse gostar

possam parecer mais erradas

do que certas

 

digamos que você tenha essa sorte

e que a ela se conjugue um tempo de paz

permitindo que um queira

o que o outro quer

na hora zero e dez mil horas depois

 

digamos, para exercício da poesia,

que essa sorte possa também pavimentar

uma estrada sem desvios nem rotatórias

que permita a vocês andarem juntos

como andaram as criaturas recém-saídas da arca

 

e que num delírio (dolorosamente necessário)

essa mesma sorte alastre sempre

em vossos corpos imperfeitos

ao mero roçar das peles

o fogo intacto dos deuses

 

digamos que essa sorte descomunal

nos sorria uma vez na vida (sou um otimista)

haverá contudo o problema

de reconhecê-la, aceitá-la, vesti-la

dar-lhe o pão com manteiga matinal

 

por essas e outras

quando alguém diz

- ah, o amor é simples

mal contenho a vontade

de cuspir-lhe na cara.

 


 

Pedro Gonzaga  -  

 

pedrogonzaga.wordpress.com

 

 

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Leonard Cohen

La seducción de la tristeza cínica

 

Ya alcanzada por ventura una provecta edad en la que cuesta esfuerzos épicos recordar nombres, títulos, fechas, personas y cosas que alguna vez creíste inolvidables, la memoria se empeña con motivos racionales o enigmáticos en ser instantánea y selectiva, evocadora y emocionada, ante imágenes, poemas, canciones, rostros, sensaciones, momentos fugaces que van a instalarse a perpetuidad en el consciente y en el subconsciente.

 

Sintiendo aversión por todo lo que huela a impuesta o estratégica moda, a publicitada flor de un día, a los continuos inventos huecos del marketing, a estar en la onda que exige cada momento para que te concedan la prestigiosa etiqueta de enrollado, a veces me muestro ciego o despreciativo sin causa ante artistas nuevos que promociona infatigablemente el esnobismo, que pretenden hacerte sentir como un marciano si muestras tu ignorancia ante su supuesta o evidente trascendencia. Y en esa corte bendecida por el vanguardismo, tan cool ella, por supuesto que conviven el arte y la impostura, la adornada nadería y la futura condición de clasicismo, el fraude y la autenticidad, pero eso no evita la pereza inicial a descubrir y a consumir lo que dicta el mercado pretendidamente exquisito.

 

Disponiendo desde la adolescencia o la temprana juventud de una insustituible galería de directores de cine, músicos, escritores, pintores, cantantes y poetas, difuntos o aún vivos y sin intención de jubilar su arte, gente que mantiene intactas a lo largo del tiempo en tu cerebro y en tu sensibilidad las emociones que te regalaron en el primer encuentro, aunque a veces les abandonara el estado de gracia ("no es humano ni posible ser sublime sin interrupción", certificó alguien muy sabio), cuesta trabajo tener los sentidos permanentemente abiertos ante lo nuevo, dejar de apostar sobre seguro, descuidar lo eternamente amado para embarcarse en aventuras coreadas por la inapelable actualidad.

 

Entre mis dioses sin fecha de caducidad, entre los que además de poseer el don de la poesía también recibieron la capacidad para expresarla a infinita gente con su voz honda y con su envolvente música, mediante discos y conciertos, existe en mi altar un profesional de la seducción llamado Leonard Cohen, transmisor de un mundo que yo comprendería aunque no existiera traducción, hipnótico y profundo, sedoso y dolorido, sensual y perturbador, inmejorable banda sonora de la tristeza y el deseo, oscuro y luminoso.

 

El príncipe judío de Montreal nunca se olvida de las alegrías del cuerpo aunque esté obsesionado con las tormentas y los jirones del alma, es descreído y mordaz, está convencido de que la paradoja y la contradicción son esenciales para explicar la vida. Su música puede alcanzar efecto balsámico cuando el estado emocional anda en horas bajas, se lleva muy bien con la soledad, la pérdida y el fin del amor (Cohen aconseja que este te pille bailando), es ideal para lamerse las heridas y añorar el ni contigo ni sin ti, pero también puede ser exaltante, ejercer de afrodisiaco cuando todavía reina la alegría en los dormitorios compartidos.

 

En cualquier caso, esa voz, esas imágenes, esas palabras, la elegante armonía entre lo que dice y cómo lo dice, esa intensidad emocional, esa carnalidad y ese misticismo, esa estética y esa ética te enamoran. Si entras en el planeta Cohen vas a permanecer en él toda tu existencia, ese campo magnético es inextinguible, las canciones que arañaron tus fibras más íntimas hace tanto tiempo, cuando todavía no habían ocurrido demasiadas cosas en tu vida, mantienen su fascinación al sentir la cercanía del crepúsculo. Fueron deslumbrantes en la primavera, pero también otorgan calor al invierno.

 

La primera vez que escuché esa voz fue en 1971, en la banda sonora de Los vividores, un western insólito, romántico y sombrío dirigido por Robert Altman. Nadie me había hablado de Cohen. Salí flotando de esa experiencia. Creo recordar que su primer disco, Songs of Leonard Cohen, se me rayó en poco tiempo al convertir su escucha en obsesión cotidiana. No me abandonó esa sensación opiácea cuando esas canciones fueron concebidas desde una lacerante habitación, cuando la inundaba el amor y el odio, cuando era necesaria una nueva piel para la vieja ceremonia. Me mosqueé cuando el sonido Spector ambientó la muerte de un mujeriego. Después hubo periodos tibios con joyas aisladas. Pero en 1988 llegó una nueva plenitud con una obra de arte en la que Cohen le recordaba conmovedoramente a una mujer que en todas las circunstancias él era su hombre. Y lamenté que por culpa de Buda y su presunta capacidad para otorgar paz al atormentado y redención al pecador pasaran nueve interminables años entre The future y Ten new songs. La primera vez que observé a este hombre actuando en un escenario no precisaba de nadie. Solo necesitaba un taburete y una guitarra para que el público se sintiera en el cielo durante dos horas.

 

Ocurrió en el teatro Monumental. Hace 37 años. Esa magia ancestral se llena de matices cuando le acompañan grupos que entienden su mundo y esos magníficos coros habitados permanentemente por señoras hermosas, con clase. El hombre del famoso impermeable azul sabe mucho de ellas, de su belleza y su misterio, de los días de vino y rosas y de la desolación, de trajes con rayas y de sombreros. Lo que más me gusta de Cohen es oírle cantar, pero también es muy grata su poesía impresa, la de Vamos a comparar mitologías, La energía de los esclavos, Flores para Hitler, La caja de especias de la Tierra. El narrador de El juego favorito y Los hermosos vencidos me interesa menos. Lo suyo es la lírica.

 

Y, por supuesto, este señor está más allá del elogio, más allá de los premios, incluido el que acaba de concederle la sangre azul. Pero si los premios tienen que existir, él se los merece todos. Incluido el Nobel de Literatura. Con permiso de Dylan, al que también acabarán concediéndoselo si los académicos se operan la miopía. Las canciones de ambos seguirán regalando sensaciones impagables a los receptores en los próximos siglos.

 

Carlos Boyero - Publicado em El País

publicado por ardotempo às 02:40 | Comentar | Adicionar
Quinta-feira, 19.05.11

A casa do poeta

 

Oscar Wilde, 13 rue des Beaux Arts

 

 

 

 

A lembrança da placa de mámore, o número e cabeça de carneiro em prata

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Segunda-feira, 21.03.11

Carlos Drummond de Andrade

 

 

A bunda, que engraçada

 

 

A bunda, que engraçada.

Está sempre sorrindo, nunca é trágica.

Não lhe importa o que vai pela frente do corpo.

A bunda basta-se.

Existe algo mais? Talvez os seios.

Ora – murmura a bunda – esses garotos

ainda lhes falta muito que estudar.


A bunda são duas luas gêmeas em rotundo meneio.

Anda por si na cadência mimosa,

no milagre de ser duas em uma, plenamente.

A bunda se diverte por conta própria.

E ama. Na cama agita-se.

Montanhas avolumam-se, descem.

Ondas batendo numa praia infinita.

 

Lá vai sorrindo a bunda.

Vai feliz na carícia de ser e balançar.

Esferas harmoniosas sobre o caos.

 

A bunda é a bunda,

redunda.

 

 

Carlos Drummond de Andrade

 

Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 19:02 | Comentar | Adicionar

Wislawa Szymborska


Alguns gostam de poesia

 

 

Alguns -

quer dizer que nem todos.

Nem sequer a maior parte mas sim uma minoria.

Não contando as escolas onde se tem que,

e quanto a poetas,

dessas pessoas, em mil haverá duas.

 

Gostam -

mas gosta-se também de sopa de esparguete,

dos galanteios e da cor azul,

do velho cachecol,

brindar à nossa gente,

fazer festas ao cão.

 

De poesia -

mas que é isso a poesia?

Muitas e vacilantes respostas

já foram dadas à questão.

Por mim não sei e insisto que não sei

e esta insistência é corrimão que me salva.

 


Wislawa Szymborska


Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 16:32 | Comentar | Adicionar

Jorge Luis Borges


Un lobo

 

 

Furtivo y gris en la penumbra última,

va dejando sus rastros en la margen

de este río sin nombre que ha saciado

la sed de su garganta y cuyas aguas

no repiten estrellas. Esta noche,

el lobo es una sombra que está sola

y que busca a la hembra y siente frío.

Es el último lobo de Inglaterra.

Odín y Thor lo saben. En su alta

casa de piedra un rey ha decidido

acabar con los lobos. Ya forjado

ha sido el fuerte hierro de tu muerte.

Lobo sajón, has engendrado en vano.

No basta ser cruel. Eres el último.

Mil años pasarán y un hombre viejo

te soñará en América. De nada

puede servirte ese futuro sueño.

Hoy te cercan los hombres que siguieron

por la selva los rastros que dejaste,

furtivo y gris en la penumbra última.


 

Jorge Luis Borges


Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 16:10 | Comentar | Adicionar

Mariana Ianelli


Flor do ofício

 

 

Emboscada no silêncio

Eu preparo a rosa inútil

Com as horas que salvei

Do desperdício.

 

Feito um verme

Decompondo ceticismo

Em força indômita,

Preparo e deito essa flor

No teu caminho

Para quando o teu corpo

(Tão quebrantável quanto o meu)

For sozinho pastorear

Seus demônios no vazio.

 

Quase dois mil anos

Guardado no deserto

Um salmo esperou

Para recobrar sua melodia -

E eu não te esperaria?

 

 

Mariana Ianelli

 

Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 14:36 | Comentar | Adicionar

José Mário Silva

 

insones

 

 

Fumam à janela,

o vento frio desfaz o fumo,

os dedos tremem.

Não sabem uns dos outros,

espalhados pela cidade,

mas procuram as luzes

ainda acesas noutras casas.

Noite dentro,

o silêncio dos que dormem

é uma afronta, desleixo pueril

de quem consegue

ignorar as facadas do tempo,

a areia entre os dedos,

o sobressalto.

 

 

José Mário Silva

 

Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 14:24 | Comentar | Adicionar

Sophia de Mello Breyner Andresen

 

A casa térrea


 

Que a arte não se torne para ti a compensação daquilo que não

                                                                     [soubeste ser

que não seja transferência nem refúgio

Nem deixes que o poema te adie ou divida: mas que seja

A verdade do teu inteiro estar terrestre


Então construirás a tua casa na planície costeira

A meia distância entre montanha e mar

Construirás - como se diz - a casa térrea -

Construirás a partir do fundamento


 


Sophia de Mello Breyner Andresen

 

Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 14:13 | Comentar | Adicionar

Hilda Hilst


(VI)  Poema aos homens do nosso tempo

 

 

Tudo vive em mim. Tudo se entranha

Na minha tumultuada vida. E por isso

Não te enganas, homem, meu irmão,

Quando dizes na noite que só a mim me vejo.

Vendo-me a mim, a ti. E a esses que passam

Nas manhãs, carregados de medo, de pobreza,

O olhar aguado, todos eles em mim,

Porque o poeta é irmão do escondido das gentes

Descobre além da aparência, é antes de tudo

LIVRE, e por isso conhece. Quando o poeta fala

Fala do seu quarto, não fala do palanque,

Não está no comício, não deseja riqueza

Não barganha, sabe que o ouro é sangue

Tem olhos no espírito do homem

No possível infinito. Sabe de cada um

A própria fome. E porque é assim, eu te peço:

Escuta-me. Olha-me. Enquanto vive um poeta

O homem está vivo.


 

Hilda Hilst

 

Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 13:54 | Comentar | Adicionar

Pedro Gonzaga

o lado bom

 

nunca entendi a necessidade

que muitos poetas – assim ditos

têm de gritar seus versos

como maus atores que tentam

convencer o auditório vazio

da grandeza de um texto

em que já não podem crer

 

nunca entendi a pressa

que muitos poetas – assim ditos

têm em lançar seus versos

compostos de trocadilhos

que melhor estariam

para vender salsicha

ou carros usados

no suplemento dominical

 

se for pelo sexo

mais fácil entregar-se ao comércio

se for pelo prestígio por favor,

não me façam rir

drummond e bandeira

que de fato eram grandes

publicavam do próprio bolso

 

talvez eu esteja errado

e poesia não se faça à sotto voce

talvez a solução passe

por uma boa assessoria de imprensa

por uma foto retocada

com ecos de baudelaire e byron

conseguidos a custo com a luz certa

e um fotógrafo de moda

que saiba valorizar

nosso lado bom.

 

 

Pedro Gonzaga

 

Dia Mundial da Poesia 21 de março

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publicado por ardotempo às 13:42 | Comentar | Adicionar
Sábado, 26.02.11

Fissura

Por onde a luz penetra
 
Mariana Ianelli 
 
 
Já faz quase seis anos, milhares de peregrinos atravessavam uma ponte sobre o rio Tigre a caminho da mesquita de Kadhimiya, em Bagdá, quando o boato de um homem-bomba entre os fiéis, com equivalente efeito explosivo, provocou a morte de quase mil pessoas, a maioria mulheres e crianças.
 
Foi também como um boato que a transmissão radiofônica da Guerra dos Mundos, de H.G.Wells, detonou uma histeria coletiva nos EUA em 1938. Os marcianos acabavam de aportar no Estado de Nova Jersey a bordo de um meteoro. A guerra começava. Orson Welles, autor da ideia da leitura do livro na rádio, simplesmente enriqueceu o urânio da ficção transformando-a numa verdadeira bomba jornalística. É uma radiância que escapa por esse intervalo de sombra entre o fantástico da literatura e a suposta objetividade da notícia. 
 
Nesse lugar de sombra também Edgar Allan Poe se colocou para escrever e publicar em uma revista, em 1842, O Mistério de Maria Roget, uma investigação do assassinato fictício de uma moça parisiense, cujas misteriosas circunstâncias remontavam às de um crime real, de uma garota chamada Maria Cecília Rogers, assassinada em Nova York. A solução do caso, só encontrada na época da publicação do artigo, confirmava o desfecho da investigação de Poe. Para Dostoievski, bastou a notícia de uma costureirinha ter se atirado do sexto andar de um prédio, agarrada a um ícone da Virgem, para que surgisse dois meses depois a novela A Dócil. Fazendo o caminho inverso, o escritor e jornalista argentino Rodolfo Walsh se serviu dos reposteiros da ficção para narrar no conto Essa Mulher a cena tenebrosa da sua entrevista, em 1961, com Carlos Eugenio de Moori Koening, responsável pela operação de sequestro do corpo embalsamado de Eva Perón. Dezesseis anos depois, salta da ficção a realidade: um comando militar persegue e mata o escritor em plena rua, em Buenos Aires, e seu corpo entra para o rol dos desaparecidos.
 
Como dizia o poeta, há uma fissura, um rasgo, um vão em cada coisa, e é por aí que a luz penetra, nesse lago de enguias onde os fatos, por si só, pouco explicam, nesse lugar da intuição sem propósito definido, na fábula de um homem que, fugindo da morte, vai ao seu encontro, no abraço à imagem da Virgem em queda livre.

 

Mariana Ianelli - Publicado em Vida Breve
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Quinta-feira, 24.02.11

Mediáticos, galácticos e recatados

 
O lado bom
 
Pedro Gonzaga
 
 
nunca entendi a necessidade
que muitos poetas – assim ditos
têm de gritar seus versos
como maus atores que tentam
convencer o auditório vazio
da grandeza de um texto
em que já não podem crer
 
nunca entendi a pressa
que muitos poetas – assim ditos
têm em lançar seus versos
compostos de trocadilhos
que melhor estariam
para vender salsicha
ou carros usados
no suplemento dominical
 
se for pelo sexo
mais fácil entregar-se ao comércio
se for pelo prestígio
por favor,
não me façam rir
drummond e bandeira
que de fato eram grandes
publicavam do próprio bolso
 
talvez eu esteja errado
e poesia não se faça à sotto voce
talvez a solução passe
por uma boa assessoria de imprensa
por uma foto retocada com ecos
de baudelaire e byron
conseguidos a custo
com a luz certa
e um fotógrafo de moda
que saiba valorizar
nosso lado bom
 

 

 

 
© Pedro Gonzaga
publicado por ardotempo às 20:04 | Comentar | Adicionar
Quarta-feira, 16.02.11

Duas personagens

 

dois homens em elba

 

Pedro Gonzaga

 

dois homens se encontram em elba

fora dos séculos que os separam

dois homens não sabem que em elba

reserva-lhes a força vulgar do destino

uma queda e uma esperança

que hão de acometê-los

cada qual a seu momento

como sói ocorrer nos falsos paralelismos

da história e da poesia.

 

em elba está ovídio

na companhia do amigo fiel

insciente de que já o convoca

o imperador com a ordem do desterro

que lhe espera uma terra esquecida

para além do bósforo

que a crença no perdão

e a volta à roma eterna

perduradas apenas nos versos tristes

finamente encadernados na edição

da loeb classicals

 

em elba está napoleão

imerso ainda nas sombras frias

da desastrosa campanha na rússia

abandonado por seus marechais

a tramar o triunfal retorno

entre ameaças de veneno e morte

a uma paris por ele mesmo modificada

a um mundo que agora mais bem o terá

como uma estátua de madame tussot

tendo por cenário santa helena

 

dois homens reproduzem em elba

o desperdício infinito dos gênios

dois homens encarnam em elba

o estratagema dos maus atores

que não escapam à armadilha

de serem personagens de si mesmos

 

 

 

© Pedro Gonzaga

publicado por ardotempo às 13:07 | Comentar | Adicionar
Domingo, 13.02.11

Pássaro das águas

 

Taim

 

Cleonice Bourscheid

 

Suave plana a ave,

grande e cinzenta,

anunciando a manhã:

Taim, taim,taim

 

Sob o céu do banhado

ao entardecer entoa

seu sagrado canto:

Taim, taim, taim


O Tachã no afã

de proteger o ninho

emite estridente grito:

Taim, taim, taim


Por vezes aflito

chama o próprio nome:

Tachã, tachã, tachã.


Um santuário escondido

no Rio Grande de São Pedro:

Taim, taim, taim

 

 

Taim


Swiftly flows the bird,

big and grey,

announcing sunrise:

Taim, taim, taim

 

Under the sky

of the marsh

at sunset sings

its sacred cry:

Taim, taim, taim

 

Willing to protect its nest

Tachã readily cries:

Taim, taim, taim


At times worried

calls for its own name:

Tachã, tachã, tachã


A hidden sanctuary

in Rio Grande de São Pedro:

Taim, Taim, Taim


© Cleonice Bourscheid - Taim, 2011

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publicado por ardotempo às 22:57 | Comentar | Adicionar
Sexta-feira, 19.11.10

Música no jardim - Museu da Casa Brasileira - Sábado 20 de novembro

Música

 

 

 

 

 

 

 

 

publicado por ardotempo às 10:30 | Comentar | Adicionar
Terça-feira, 26.10.10

g o t a s

as chuvas de porto alegre

 

 


a chuva de porto alegre é uma chuva triste

não tem as marcas de caos que arrasam as metrópoles

coloca-nos frente a frente

com nossas memórias

mais secas

encharca nossas almas

individualmente

 

 

a chuva de porto alegre assoreia a margem dos prédios

esquece a façanha dos bustos

e empoça os passos do vento

zela no abraço das casas

as pessoas mais remotas

às outras nos guarda-chuvas

chove para dentro

 

nem as gotas são felizes quando chove em porto alegre



Guto Leite Publicado no livro ZERO UM, Editora 7 Letras, 2010

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publicado por ardotempo às 18:07 | Comentar | Adicionar
Sábado, 23.10.10

O encontro possível

Carta para o amigo


Mariana Ianelli

 

 


Não falo em destino, porque destino hoje é palavra mal reputada, mas a verdade é que ter te encontrado uma noite sob um tropel de estrelas não tem nada que ver com o acaso. A fotografia inexistente de nós dois, ali, como velhos amigos desde o começo, é a imagem que me fica depois de tanto tempo.


Quanto pesem os maus bocados, as páginas rasuradas e sem nexo da minha vida, sempre te encontro debaixo de um céu imenso, num sossego que torna ridículo qualquer acesso de impaciência. E que vida cinzenta seria a minha se não estivesse ali contigo, se apesar de tudo não conseguisse estar, se inventasse uma desculpa por medo, medo da noite, medo do sossego, medo dos teus olhos tocando os meus, lá no fundo de um poço, como só aqueles que se amam sabem fazer. Mas até hoje alguma coisa em mim foi maior do que o medo, alguma coisa de bicho desaçamado que fareja a terra e se sente bem.

 

Quem sabe um dia eu me esqueça, quem sabe, depois de tudo, a vida fique cinzenta, já vi isso acontecer a muita gente, esse desencanto, essa focinheira, esse cansaço de quem não tem mais lá no fundo dos olhos além de um poço seco.


Mas digamos que não aconteça, que eu ponha os meus olhos nos teus sempre com o mesmo bulício de água fresca. Digamos que seja assim, que todas as noites eu compareça, como se fosse cada noite uma estrela dentro de uma única noite imensa. Digamos, por enquanto: este encontro é possível.

 

 

 


Mariana Ianelli - Publicado em Vida Breve

publicado por ardotempo às 15:42 | Comentar | Adicionar
Sábado, 09.10.10

Não há polêmica

Uma planície acomodada no horizonte


Mariana Ianelli

 

 



Meu sobrinho de quinze anos se diz ateu. Sem dilema, sem afronta, em uma conversa arejada durante um almoço em família, a declaração se dilui na sequência de um por favor, você me passa a salada?. Justificativas são desnecessárias.

Nenhuma palavra sobre campos de sangue, sobre o fato de tê-los havido sempre, nem sequer uma arremetida irônica, como por exemplo, a injustiça no mundo, esta sim, é onipotente. Nenhuma elucubração sobre lance de dados ou comentário maldoso sobre o cilício por baixo das togas. A espada e o machado trabalhando em nome da fé, cidades incendiadas, crianças atiradas contra um rochedo, homens tratados feito erva seca por um deus vingativo e ciumento, nada disso alimenta a polêmica. Não há polêmica.


Meu sobrinho não bate o punho na mesa para defender suas razões. Não faria o que fez meu bisavô comunista, que se recusou a entrar na igreja no dia em que se casaram os meus avós. Sua declaração é uma planície acomodada no horizonte, uma quase natural indiferença. Pode desconhecer muitas coisas, não compreender outras tantas, mas o que é orfandade ele sabe, desde pequeno, quando ainda mal caminhava e aquele que aparecia, com o sol estrelado no rosto, de braços estendidos, para buscá-lo aos domingos, todos os domingos, de repente, quase naturalmente, não apareceu mais.


Mariana Ianelli - Publicado em Vida Breve

publicado por ardotempo às 17:17 | Comentar | Adicionar
Segunda-feira, 27.09.10

Da paciência, do silêncio e do recato

Sensíveis hieróglifos - MARIANA IANELLI


Entrevista concedida a Rogério Pereira - Jornal RASCUNHO, Curitiba PR Brasil

 

Aos 30 anos, Mariana Ianelli é uma das mais destacadas vozes da poesia contemporânea.

 

Estreou em 1999, com Trajetória de antes. Agora, com Treva Alvorada, chega ao sexto livro. Nesta entrevista concedida por e-mail, Mariana fala de sua trajetória poética, da composição da nova coletânea, do panorama da poesia brasileira e de dois temas que lhe são muito caros: a morte e Deus, entre outros assuntos.


Rogério Pereira: Você diz que cada um de seus livros compõe um percurso. Ao chegar a Treva Alvorada, a sexta reunião de poemas, como você avalia a composição deste percurso, iniciado em 1999, aos 20 anos, com Trajetória de antes?


Mariana Ianelli: Enquanto um livro está sendo escrito, existe uma lógica interna que não aparece e, nesse caso, tentar o cálculo perfeito seria tão ingenuamente ambicioso quanto querer premeditar uma vida. Digo isso pensando não exatamente no percurso de uma década, mas em ciclos, cada livro uma vida. Agora, reavaliando esse caminho, vejo que os títulos falam de um lugar (Trajetória de antes, Almádena), de um estado de espírito (Duas chagas, Fazer silêncio), de uma duração (Passagens, Treva Alvorada). Há temas que sempre ressurgem, mas a cada livro o olhar é outro, um olhar novo, nascente, porque a vida é outra. Assim acontece um ciclo de nascimento e morte, morte e renascimento.


RP: Treva Alvorada foi escrito em 2009 durante os meses de enfermidade e morte de seu avô, Arcangelo Ianelli. Como foi todo o processo de escrita dos poemas em um momento tão delicado, em que a vida nos parece ainda mais incerta?


MI: Foi um período dificílimo, de guerra interna, de sofrimento, um desses momentos em que nenhum subterfúgio funciona. Nessa hora ficamos sozinhos com as palavras. Na realidade, Treva Alvorada começou a ser escrito no final de 2007 e terminou meses depois do falecimento do meu avô, em 2009. Os poemas assimilaram essa despedida, é verdade, mas não há uma referência explícita ao meu avô no livro senão na dedicatória e nos poemas da oitava parte. Ou seja, o que foi uma circunstância pessoal se transfigurou em uma vivência poética, houve uma redescoberta dessa morte, porque a realidade concreta pode ser também a grande metáfora de uma realidade invisível. No livro, os poemas acabaram agrupados em nove partes.

 

Na primeira parte, foi um despojamento de projetos, de expectativas; na segunda parte, um apelo ao outro, um pacto amoroso com o outro, na promessa, na renúncia ou em um último abraço; na terceira parte, foi um questionamento da fé, da esperança, daquilo que nos resta quando sobrevém a ruína; na quarta parte, a figura do soldado, aquele que se vê no campo de batalha, outro que é prisioneiro, e o desertor, espelho do filho pródigo; na quinta parte, a Quimera, o Narciso, a Esfinge, mitos que se aproximam uns dos outros, me parece, por um despertar que envolve sacrifício; na sexta parte, o assentimento na morte, a descida ao fundo da noite, onde começa a alvorada; na sétima parte, poemas que visitam algumas passagens bíblicas, como a parábola do filho pródigo, a peste das casas, a destruição de Sodoma, a origem dos Moabitas; na oitava parte se concentram os poemas dessa experiência pessoal de morte do meu avô, a provação de um homem levado ao limite das suas forças, um homem como Jó, ou Hércules em seus trabalhos; na última parte, poemas que falam para Deus, ou que desembocam em um desarmamento final, em um consentimento lírico. Resumidamente, o caminho foi esse.


RP: No texto de apresentação de Treva Alvorada, você escreve que “a paisagem que se delineia, agora, espera seu redescobrimento”. Você acredita que os poemas serão outros quando absorvidos pelo leitor? O que você pretende causar neste leitor?


MI: Penso que o sentido de um poema depende de um leitor comovido e essa comoção, esse transporte, vem de uma experiência pessoal, por isso acredito sim que cada leitor faz o seu mergulho, o seu percurso de leitura, cada um é peregrino do seu próprio labirinto. Eu mesma redescobri os poemas de Treva Alvorada depois de terminado o livro.

 

Por exemplo, o fato de o primeiro poema se chamar Exílio e o último Na casa do pai não foi algo que eu tivesse planejado, foi um itinerário que se formou no fim de tudo. E, quando terminamos um livro, já estamos em outra parte, é como se deixássemos uma gruta cheia de hieróglifos. Então um dia alguém entra ali, acende um fogo e descobre todas aquelas imagens. Os poemas esperam por isso, por essa visita, esse fogo que está com o leitor.


RP:  A morte está no centro de Treva Alvorada. De que maneira você lida com este tema no dia a dia, já que “É inútil desafiar o pó / E, contudo, desafia-se”?


MI: A morte está presente para mim todos os dias e em todos os livros. Morremos tantas vezes, enfrentamos tantas passagens que a última delas não faz mais que romper um último vínculo. Conviver com essa perspectiva educa a atenção, a palavra passa a ter um outro peso, é preciso prestar contas do que é dito, assumir um compromisso, uma vigilância, além de certa modéstia diante do que escapa ao nosso domínio. Todos desafiamos o pó construindo, criando, sabendo admirar, é um pacto pela beleza que nos põe do lado da vida. Não é a presença da morte enquanto desolação, esterilidade, mas aquele intervalo de criação entre tarde e manhã, um vazio que está ali como embrião de coisas vivas.


RP: De que maneira a literatura (e em especial a poesia) tornou-se protagonista em sua vida? Quando você decidiu ser escritora?


MI: Desde os quinze anos a poesia me acompanha. Tive uma adolescência, digamos, mais recolhida, então, com o tempo, inevitavelmente a literatura foi ganhando espaço. Além de prazerosa, tornou-se necessária, uma espécie de tempo interior que foi se alargando. Trajetória de antes e Duas chagas foram resultado desse meu primeiro contato, ainda muito intuitivo, com a poesia. Passagens, que veio na seqüência, de certa maneira é uma síntese dessa experiência inaugural, aquele que poderia ter sido o meu primeiro livro.


RP: Há uma profusão de poetas espalhados Brasil afora. O que tem a dizer a poesia contemporânea brasileira? E o faz com qualidade?


MI: Há centenas de poetas, realmente, alguns muito bons, já com prestígio, outros que ainda esperam ser reconhecidos. O que às vezes parece faltar à poesia é um arrebatamento que não seja somente intelectual, algo parecido com aquela sinceridade pungente que levou o jovem Vinicius de Moraes a dizer em um poema: “Afugenta o infinito que me chama/ Que eu estou com muito medo, minha mãe”. Falta um pouco essa coragem, essa entrega a alguma coisa comovente, desobrigada de uma exibição de inteligência. A metalinguagem, por exemplo, expôs os alicerces da poesia como um enorme esqueleto. Agora, me parece, seria o caso de dar vida a esses ossos, fazer o espírito entrar neles.


RP: Nestes tempos dos mais apressados, interligados e insones, a poesia e sua lentidão são o necessário contraponto? É possível cobrar isso da poesia?


MI: A poesia não se submete à pressa, seu tempo é outro, é o tempo da liturgia, como diria Cristina Campo. Acontece que vivemos em uma época de violenta desatenção, de falta de silêncio, de tirania da eficácia, uma época em que o espalhafatoso se tornou uma das mais emblemáticas expressões da nossa angústia. Quando parece não haver mais o que dessacralizar, dessacralizamos o tempo. Talvez nada seja tão subversivo hoje quanto fazer durar, ter paciência. Creio que a pergunta é, na verdade, se podemos cobrar da poesia imediatez, rendimento, participação nesse ritmo convulsivo.


RP: Deus percorre as páginas de Treva Alvorada com uma presença robusta e importante. O que Deus significa para você? Ele é imprescindível a sua vida?


MI: Acho que basta uma imagem. Quinze anos atrás, uma menina chamada Cassiana, que era minha colega de classe, morreu. Eu me lembro de entrar em uma sala lotada de crianças e ver aquela menina tão bonita, ali, impassível, no meio das flores. Era uma beleza insuportável de se ver. Para mim, esse é o rosto de Deus.


RP: A poesia lhe satisfaz plenamente a necessidade criadora ou está em seus planos dedicar-se também à prosa: conto, romance ou crônica?


MI: Estou começando a escrever crônicas, é um gênero que me encanta porque flerta com a poesia, tem esse olhar mágico sobre o instante. Já o conto e o romance têm outro tempo, outro foco, e, nesse território, eu me contento em ser uma boa leitora.


RP:  Quais autores nunca lhe abandonaram? Como é a sua rotina como leitora?


MI: Leio sempre Drummond, Hilda Hilst, Marguerite Duras, Wislawa Szymborska. Minha rotina geralmente envolve algum tipo de pesquisa, algum estudo, e, como um livro chama para a roda muitos outros, acabo alternando a leitura de poesia, ensaio e romance. Costumo também traçar alguns roteiros, mas é difícil segui-los à risca porque as descobertas, os interesses vão se ramificando.


RP: Que tipo de literatura não a atrai de maneira alguma? Quais pecados literários são imperdoáveis?


MI: Ficção científica e literatura policial, confesso, não me atraem. Pecados literários existem vários, mas os imperdoáveis, para mim, são os trocadilhos, o uso do silêncio como mero recurso, a inovação pela inovação, o construto.


RP: Hoje, discute-se muito o impacto que as novas plataformas de leitura (em especial os e-readers) podem ter sobre os leitores e a literatura. Você acredita que o mundo digital também dominará a literatura? O livro de papel está com os dias contados?


MI: Não acredito nessa concorrência. Vejo as plataformas digitais como um novo suporte, de caráter utilitário, digamos, emergencial. O livro como objeto tem outra natureza, é sensual, tem densidade, cheiro, textura, e todos esses prazeres fazem parte da intimidade da leitura, não são descartáveis nem substituíveis, sem contar que o texto impresso tem outro peso, no papel a palavra se cristaliza.


RP: Você é mestre em Literatura e Crítica Literária e publica resenhas em jornais e revistas. Como você avalia o espaço para a literatura na grande imprensa e a qualidade da crítica literária nela publicada?


MI: O espaço para a literatura na grande imprensa, de um modo geral, é escasso. A crítica, em boa parte também por falta de espaço, acaba sendo tímida, limitada a vôos mais curtos. Convencionalmente falando, não temos mais a figura do crítico, temos escritores e jornalistas que assumiram esse papel, o que pode ser enriquecedor em termos de uma abordagem criativa, por outro lado, pode ser perigoso, porque a crítica corre o risco de ficar condicionada às convicções literárias de seu autor.


RP: No poema Entusiasmo, lê-se: “A morte vacila um passo/ E nos concede uma hora”. O que você faria se a morte lhe concedesse apenas mais uma hora?


MI: Seria como um parto do espírito. Iria me ocupar dessa hora, simplesmente.


RP: Há no Brasil uma quantidade imensa de oficinas literárias. A maioria está voltada à prosa. Você acredita na eficácia destas oficinas? Elas podem ensinar algo a quem deseja escrever poesia?


MI: Creio que as oficinas podem ajudar na sensibilização do olhar, instigar perspectivas, além de dar uma orientação sob o ponto de vista técnico. Acredito, porém, que existem sutilezas que não se ensinam, que o escritor precisa descobrir por ele mesmo, errando, na dupla acepção do termo, na errância e no equívoco, porque é aí que o poeta encontra sua voz própria, quando ninguém o auxilia, quando há somente ele e um abismo.


RP: Que conselho você daria a quem ambiciona dedicar-se à literatura como poeta?


MI: Antes de tudo, paciência, “não forçar o poema a desprender-se do limbo”, como diria Drummond, porque o tempo da precipitação poética não se submete a prazos preestabelecidos. Depois, o diálogo com outros escritores, poetas, ou simplesmente bons leitores, não importa que esses interlocutores sejam poucos, importa que sejam interlocutores verdadeiros. E o paraíso de uma biblioteca, claro, onde um poeta pode estar sozinho, mas nunca estará desacompanhado.


Entrevista publicada em RASCUNHO - Publicação gentilmente autorizada por Rogério Pereira

publicado por ardotempo às 13:10 | Comentar | Adicionar
Sábado, 11.09.10

O jardim das azaléias

 

Setembro é quando rebentam o branco e o carmesim

 




Eu, que nunca antes tive um jardim de azaléias, descubro essa felicidade de casa nova como a abelha do poema de Emily Dickinson que entra na flor e se perde em bálsamo. A memória dos livros se mistura à memória das casas…

Ainda me lembro de penar com a leitura em letras miúdas de uma edição de bolso de Crime e Castigo e de ser esmagada pela cena daquele cavalo espancado até a morte. Na época, eu morava em um apartamento escuro ou foi esse livro que escureceu tudo em volta, perfeito catalisador de uma crise de adolescência. Anos depois, com o início de uma biblioteca, um mundo inteiro se abriu com o Quarteto de Alexandria, eu deitada no sol perto de uma cerca viva e Justine desaparecendo pelas ruas sombrias em torno do forte de Kom El Dick… Mais tarde, em um escritório com vista para uma torre de igreja, o sentimento de nuvem que foi atravessar as madrugadas raptada pelos anjos de Rafael Alberti… ¡Campanas! Gira más de prisa el aire./ El mundo, con ser el mundo, en la mano de una niña/ cabe… E não esqueço, não posso esquecer, um quarto de janelas fechadas e estantes completamente vazias, poucos dias antes de uma mudança, onde li sob uma lâmpada, estremecida, o desmesurado Kadosh, de Hilda Hilst…


Os espaços se interpenetram, é de repente uma vertigem que desperta em sonho físico. Agora chega setembro, numa explosão de azaléias, eu deixo minha biblioteca e vou lá fora sentir o cheiro fêmeo da terra, o mais sedutor dos livros…

 

Mariana Ianelli - Publicado em Vida Breve

publicado por ardotempo às 22:45 | Comentar | Adicionar
Quinta-feira, 26.08.10

A poeta na Bienal

Mariana Ianelli na Bienal do Livro de São Paulo

 

 

 

 

A poeta Mariana Ianelli, autora de Treva Alvorada (Editora Iluminuras) presente na Bienal do Livro de São Paulo, 2010

publicado por ardotempo às 01:48 | Comentar | Adicionar

Poema

Flamingo

 

O que queres de mim

rosa alada carmim?

 

O que persegues nesta longa

e leve jornada?

 

Quem sois, bela criatura alada,

pássaro fiel ou flor desabrochada?

 

Bando de sóis no horizonte

Poesia feito asa.

 

 

 


Which wishes have you,

winged red rose?

 

What seeks you on this light

and long journey?

 

Who are you, winged creature,

faithful bird or blossom flower?

 

Flock of suns on horizon

Poetry in the shape of wing.

 

 

Poema de © Cleonice Bourscheid (Edições ARdoTEmpo, 2010)

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publicado por ardotempo às 01:22 | Comentar | Ler Comentários (1) | Adicionar
Domingo, 22.08.10

Nos campos da angústia

Uma estreia com força e voz própria


Mariana Ianelli

 

Escritor avesso a filiações, Lúcio Cardoso dizia acreditar apenas “no romance feito com sangue, e não com o cérebro unicamente, ou o caderninho de notas, no que foi criado com as vísceras, os ossos, o corpo inteiro, o desespero e a alma doente do seu autor”. A citação é mais que oportuna para falar do recém-lançado “Rasteira no campo de caniços” (ed. 7Letras), de Narjara Medeiros.

 

Nascida em Rondônia em 1983, Narjara estudou filosofia e botânica. Com o subtítulo “O delírio dos galos enforcados”, seu primeiro livro reúne sete contos de uma singularidade que, embora deixe entrever num primeiro momento a presença de elementos mágicos, ou do absurdo propriamente dito, descrevê-lo por meio de tais comparações seria tão insuficiente quanto dizer de “A luz no subsolo” - para tomar mais uma vez o exemplo de Lúcio Cardoso - que é um livro onde predominam os matizes psicológicos.   O paralelo aqui se justifica na desmedida da angústia humana. É um “medo sabe-se-lá-do-quê” envolvendo os personagens em uma existência que não convém afrontar com o pensamento, porque um lampejo de consciência pode levar ao suicídio. Os enforcados que povoam as histórias de “Rasteira”, debaixo de uma goiabeira ou de um flamboyant, são frutos dessa implacável lucidez que não chega a se converter em conhecimento.

 

Cidadezinhas interioranas, “filhas legítimas do brasileiro, praga arrastada em todo território, terreiro da catira, catimbó, lundu, congada e umbigada”, espelham uma paisagem da alma feita de miséria, modorra e torpeza. Sem garantir pertencimento, a pátria enseja o caos.  Neste cenário de promessas falhadas, Deus é um fosso onde os personagens lançam seu perjúrio e sua blasfêmia. O pacto com a selvageria, se não inspira um gesto de coragem, ao menos funciona como estratégia de sobrevivência. Um menino levado pelo pai, todos os domingos, a um quartinho rebocado para assistir a um cão faminto estraçalhando um porco; um homem que desenvolve seu talento para o mal apenas com o olhar, o chacoalhar de uns guizos e o poder da mente; um tipo estranho que tora o cordão umbilical de uma criança com os dentes e sente um “gosto de guerra” são encarnações de uma violência que instrui o caráter para atuar em um mundo desencantado e sem sentido.

 

Viagens também são constantes no livro, passagens por regiões de algum modo familiares à autora, que já morou em Goiás, Mato Grosso, Rio Grande do Sul e São Paulo.

 

Pegar a estrada, deixando para trás uma família arruinada ou qualquer outro vínculo, não resulta de uma determinação bem refletida mas de um colapso, última “escapatória de uma realidade considerada ultrajante”, a tentativa de “imolação da angústia”, mesmo que para isso seja preciso mutilar a alma e o coração. Várias metamorfoses aparecem nas histórias, sendo emblemática a do conto “Primeiro dia”, uma espécie de influxo selvático sobre a natureza humana, que expõe uma “falha na estrutura da ciência” e transfigura o corpo. Ora é uma mulher transformada em ave, ora um garoto com rosto de cigarra. A floresta e a mulher guardam seus venenos, sua vocação demoníaca, e “dissimulam sua força na aparente fragilidade de uma orquídea”. De mais a mais, a própria vida opera seu sortilégio em um “corpo franzino se metamorfoseando num leão de batalhas”.

 

Sugar Lips”, um conto que parece destoar dos outros pela brevidade, merece especial atenção, pois nele se concentra o mais assombroso gesto de delicadeza, de fruição do “ideal etéreo da beleza”, sob uma epígrafe de Cioran. A referência, que ressurge no título do último conto do livro, não podia ser mais adequada, já que todos os personagens de “Rasteira” experimentam a dor de ser de que falava Cioran, o destino de “sofrer como um animal as consequências de ser ferido pela existência”. É assim que, no meio de uma brutalidade feita de sarcasmo e ceticismo, no encadeamento de pequenos imprevistos que conduzem ao desastre, a autora faz brotar, de maneira comovente, a expressão da ternura, o doloroso grito de amor, a cumplicidade afetuosa entre os vencidos. “Um diamante por uma lágrima” e “O universo transformado em tarde de domingo” são bons exemplos disso. “Rasteira no campo de caniços” é sem dúvida um livro feito com sangue e desespero, como queria Lúcio Cardoso, que, não por acaso, já em seu primeiro livro prenunciava a marca ímpar que sua obra deixaria na literatura. Com estilo próprio, inventividade exuberante e frescor, Narjara Medeiros faz agora sua estreia, merecendo a aposta, para o futuro, de uma trajetória invulgar.

 

 

Trechos do livro:

 

"Em Manicoré concluí pesadas teorias, revi o princípio de causalidade, a retórica, o fenômeno, a coisa-em-si, o paradoxo, o parêntese, a vírgula, o ente, o rizoma, a metafísica, os átomos de Leibniz, a misericórdia. Se eu morasse no Canadá ou em Paris talvez conseguisse compreender os desaforados sistemas de filosofia, mas o Brasil é quente demais para pensar nessas besteiras. (...) O rio Madeira era o meu Oráculo de Delfos. O araçá-boi e a flor do camu-camu os meus bibelôs de epistemologia aplicada."

– (Trecho do conto "Primeiro dia")

 

"O cigano encostado no capô do carro, pernas cruzadas, óculos escuros, o cigarro preso nos dentes. A imagem mais bonita desde o dia em que aquele mesmo carro entrou em Três Forquilhas. Matacavalos ainda se lembrava de mim e eu pensava nele em cada minuto apertado do meu dia: o meu amor de diamante. O destino é mérito de Deus, o homem é sua marionete de tecido delicado. Qualquer esforço maior é desnecessário."

– (Trecho do conto "O universo transformado em tarde de domingo")


Mariana Ianelli - Publicado em O GLOBO - Rio de Janeiro

publicado por ardotempo às 07:24 | Comentar | Adicionar
Sexta-feira, 23.07.10

músicaPOESIApintura

 

 

 

 

Alaúde

 


Tua música, tu, a musa,

Recolhe-me quarto vago,

Crescente o paraíso no meio do dia,

Tua espada brilha e nela me atravesso,

Alaúde.

 

Tenho pressa no passar da lâmina,

Ela que encoraja as preces

Antes do alvorecer,

onde te deixarei ir.


Enquanto príncipe, me tens,

Nas púrpuras entranhas

Onde semeias meu corpo.


Então, como quem parte,

Deito-me na chuva

Para que a primavera me tenha flor,

Para que o verão, colheita e sumo,

Vinho que permanence depois de terminar.

 

 

Isolde Bosak

Imagem: Pablo Picasso - Guitarra - Pintura -

Óleo e colagens sobre tela (Paris França), 1913


http://asvezesumpouco.blogspot.com/

publicado por ardotempo às 14:08 | Comentar | Adicionar
Sábado, 17.07.10

Mariana Ianelli e Treva Alvorada

Mariana Ianelli lança o livro de poemas 'Treva Alvorada'

 

Filipe Couto -  Jornal do Brasil

 

“Vazio de quanto amávamos,/ mais vasto é o céu. Povoações/ surgem do vácuo./ Habito alguma?”. Com estes versos de Carlos Drummond de Andrade, Mariana Ianelli abre o seu Treva Alvorada. Feliz referência que dá ao leitor atento uma das chaves necessárias para adentrar o universo – filosófico e lírico – dessa que é uma das mais belas vozes da poesia contemporânea.


Para aproveitar plenamente a leitura dos textos de Mariana, não basta conhecer os referentes míticos (explícitos e implícitos) que permeiam os 45 poemas do seu livro. Não basta, também, deter-se nas metáforas, tão sutis quanto impactantes, que surgem naturalmente no seu texto. É preciso perceber o cuidado com que ela tece cada verso, cuidando discretamente da cadência rítmica, mesmo adotando o verso livre. É preciso perceber o aproveitamento dos elementos mais prosaicos, que criam uma ponte entre o concreto e o inefável. É preciso, sobretudo, perceber que a poesia de Mariana Ianelli nasce do conflito, do contraste.


É no tal vácuo, anunciado por Drummond na epígrafe do livro, que se encontra a motivação lírica da autora (“Deixa-me te ouvir/ No pulso do silêncio/ E que eu não perca/ Em desavença/ O indício do teu passo”). É no desejo de refletir sobre o espaço entre o ser e o não-mais-ser que nasce a sua poesia. Uma poesia que, curiosamente, observa de perto a morte para, finalmente, encontrar a vida.


É por isso que, ao lermos cada página da coletânea Treva Alvorada, vivenciamos o paradoxo de tudo e nada saber: a irresistível vontade de buscar as entrelinhas, de buscar um sentido, um norte que, verdadeiramente, não há (“Eu, a quem faltava uma seta/ E sobravam direções”). Nesse processo de “escavação do ar”, estruturalmente reforçado por uma sintaxe fragmentada, realiza-se a fusão entre a perenidade e perecimento, o que possibilita múltiplas leituras e expande as possibilidades simbólicas da produção, incentivando releituras (“Procura as mãos/ Que te cavaram para fora,/ Inaugurando o teu passado,/ Imiscuindo-te entre a fome e o frio”).


Só quando chegamos à última das nove sequências (ou “povoações”) que compõem o livro, entendemos que o percurso produzido pelo eu-lírico não é linear, mas cíclico. Não se parte de um início para se chegar a um fim. Não se propõe uma reflexão que solucione as indagações filosóficas sugeridas ao longo de toda a obra. Pelo contrário, parece haver uma negação do aprendizado recolhido, o que incita o leitor a voltar à primeira página e repetir o caminho em busca de detalhes (“Como se de novo pairasse/ No mundo/ A solidão do primeiro homem”). É a morte que traz a vida; é a vida que traz a morte. Curiosa construção que revela, ainda mais, a capacidade da autora de sondar o íntimo do ser humano.


Isso é particularmente interessante porque a poesia contemporânea realmente carece de um teor mais humanístico. Preocupada em ser diferente, em escrever o que ainda não havia sido escrito, ela questionou a si mesma, abraçou conteúdos críticos e sociais, experimentou novas linguagens e, pelo que se vê, deixou de lado temas clássicos, fundamentais para que o homem entenda a si mesmo e, a partir disso, ao mundo que o cerca. O amor e a morte, Eros e Tânatos, tornaram-se referentes secundários, elementos adjuntos de uma poética distante de seus princípios básicos.


Treva alvorada faz parte de um conjunto de livros que, publicados por diferentes autores nos últimos anos, tentam resgatar, de forma consciente ou inconsciente, esses fundamentos líricos. Num mundo cada vez mais acelerado, maquínico e mercadológico, Mariana Ianelli nos oferece a contramão, a “Absurda leveza que te faz afundar/ e não é a morte”, para que nos tornemos todos “Náufragos do tempo” (versos do poema que dá título à coletânea). É a reflexão que ela quer e que seu livro nos exige.

 


Felipe Couto - Professor de literatura brasileira e portuguesa. Autor de Breves cantares de nós dois. Publicado no Jornal do Brasil RJ Brasil

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publicado por ardotempo às 02:31 | Comentar | Adicionar

Editor: ardotempo / AA

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