Quarta-feira, 09.03.11

Os Correios no País das Maravilhas

"O seu SEDEX será entregue amanhã, sem falta"

 

Algum tempo atrás, os Correios no Brasil estiveram ótimos. Eram eficazes e entregavam as cartas e encomendas leves em apenas um dia entre as capitais brasileiras. Funcionava bem e detinha a simpatia e a confiança da população. Nem precisava fazer publicidade e tampouco desviar quantias amazônicas em suspeitos e desnessários patrocínios ao esporte. Funcionava bem e era bastante respeitado. As quantias cobradas pelos serviços era adequadas e até consideradas módicas. Os brasileiros, de maneira generalizada, gostavam dos Correios.

 

Os tempos são outros. Os Correios terceirizaram-se em franquias. Os custos subiram consideravelmente e tudo piorou de maneira cubana. Um dia, um executivo ladino inventou o SEDEX, artimanha que consistia em aumentar em dez vezes os custos para prestar o mesmo serviço que já se fazia, de entregar cartas e encomendas leves em um dia e, repentinamente, transformaram-se as cartas simples e registradas num serviço de terceira classe, que leva de cinco a seis dias para serem entregues, às vezes cerca de um mês.

 

Genial, cobrar bem mais pelo que já se fazia e piorar uma parte de seus próprios serviços, pelo mesmo valor que já se cobrava anteriormente num serviço de excelência, agora por um serviço mais demorado e deficiente. Começou paralelamente a folia da publicidade.

 

Agora o serviço de SEDEX, que já é bastante caro - uma carta em envelope de peso mínimo chega a custar mais de R$ 40,00 para ir de Porto Alegre a Brasília - e já não é mais entregue em apenas um dia como, infelizmente, continuam apregoando os funcionários nos balcões dos Correios (agora é entregue em média, em cinco dias, no mínimo, como aconteceu recentemente).

 

Sim, porque ocorreu uma nova invenção de transformação do existente - a transformação valiosa do que já existe simplesmente em algo bem mais caro para se prestar o mesmíssimo serviço. A perfeição para o País da Maravilhas, no qual não se reclama de nada simplesmente porque não se tem a quem reclamar (e jamais se é atendido por tal reclamação).

 

Surgiu o SEDEX 10, que custa o dobro do SEDEX, ou seja, de vinte a cinquenta vezes o que custava anteriormente o porte simples, que era e podia ser entregue da mesma forma, em apenas um dia. Agora com o SEDEX 10, pratica-se uma chantagem de balcão - sua carta pode ser entregue em um dia, mas o mais seguro será enviar por SEDEX 10. E a carta urgente, um envelope simples com peso mínimo, que partindo na quinta-feira deveria ser entregue na sexta feira, ao custo de R$ 24,00 (Porto Alegre - São Paulo), simplesmente não foi entregue na sexta-feira por algum motivo secreto (“eu bem que falei ao Sr. para enviar por SEDEX 10 ao custo de pouco mais de R$ 50,00 - cerca de 23 euros - afinal era urgente, não?”) não foi entregue no dia previsto e até agora passados já 6 dias ainda não chegou às mãos do destinatário. Apesar da promessa enfeitada da publicidade de televisão, a proclamar a excelência dos serviços dos Correios do rico País das Maravilhas, do Carnaval e do Futebol.

 

 

 

 

Repare que no dia em que deveria ser entregue (sexta-feira), a carta, que já estava em São Paulo desde a noite anterior (quinta-feira), sequer foi tocada e a informação da tentativa de entrega para uma empresa comercial de serviços de computação gráfica “teria” ocorrido após o meio dia de sábado de Carnaval... Correios, Correios...

 

PS: Experimente enviar um livro de Portugal para o Brasil...a encomenda certamente será extraviada nos Correios do País das Maravilhas e jamais chegará ao seu destino final.

publicado por ardotempo às 17:59 | Comentar | Adicionar

“A poesia não tem público, tem leitores”

O 'big bang' da poesia moderna

 

Javier Rodríguez Marcos

 

Como en la Biblia, también en la historia de la literatura la piedra que un día desecharon los arquitectos termina a veces convertida en piedra angular. En 1948, el mismo año que obtuvo el Premio Nobel, T. S. Eliot resumió con crudeza en una conferencia la idea que por entonces tenía de Edgard Allan Poe, muerto un siglo atrás, "cualquier lector culto" anglosajón: "Es el autor de unos pocos poemas breves que le cautivaron cuando era niño, y que de algún modo se le han quedado grabados en la memoria. No creo que relea estos poemas, a menos que los encuentre en una antología. Su placer es la memoria de un placer". Y añadía: "Consideramos a Poe como un hombre que jugueteó con el verso y con algunas formas de prosa sin llegar a hacer realmente un gran trabajo en ninguno de estos géneros". Eliot no dudaba de la influencia de su compatriota en "algunos tipos de ficción popular", pero el canon no parecía estar al alcance de aquella "suerte de europeo desplazado" que no pasó de arrastrar su mala vida por la Costa Este. Es decir, un "provinciano".

 

Afirmaciones así sorprenderían hoy a cualquiera que hace solo dos años asistiera al bicentenario del autor de El cuervo, beatificado, antes que por Lou Reed, por el fervor que le tuvo Kafka y, en español, por la traducción que Julio Cortázar hizo de sus cuentos.

 

En la misma conferencia, Eliot subrayaba la paradoja de que aquel escritor juguetón fuera a la vez el maestro de los maestros de la poesía moderna. Más de medio siglo después, aquella paradoja ha quedado, si no resuelta sí esclarecida en Matemática tiniebla (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), un volumen en el que el poeta y filósofo Antoni Marí ha recopilado los ensayos sobre poesía que, en efecto dominó, publicaron tanto Poe como aquellos que entendieron que su obra era el big bang de la lírica moderna: Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry y, casi a su pesar, el propio Eliot.

 

El resultado es un libro de título nerudiano que, recuerda Marí, hasta hoy no existía más que en aquella sugerencia del autor de La tierra baldía: "Ni en inglés ni en francés hay una recopilación similar". Traducido por los poetas Miguel Casado y Jordi Doce, Matemática tiniebla describe el modo en que leyó a Poe cada uno de sus fervientes, e influyentes, seguidores franceses. Así, Baudelaire vio en él tanto la encarnación del poeta maldito en un país que olía "a comercio" como un maestro de la brevedad, la intensidad y la búsqueda consciente del efecto poético. Nada de desahogos sentimentales.

 

Por su parte, Mallarmé, devoto a su vez de Baudelaire, aprendió en el estadounidense la importancia de la técnica del verso: más decisivo que el propio sentido de las palabras es lo que sugiere su sonido y la asociación entre ellas. A Valéry, finalmente, le interesó de Poe la teoría de la poesía hasta el punto de defender que el proceso de escritura era tan importante como el resultado. Según él, la producción de una obra de arte también puede ser arte, una pequeña revolución cuyo éxito puede comprobarse menos en las bibliotecas que en los museos contemporáneos.

 

Como recuerda Antoni Marí, desde la perspectiva moderna de los hijos de Poe, la poesía "es autosuficiente y no necesita referencia exterior a sí misma". Un poema moderno "no debe significar sino ser": "Lo importante no es el contenido de la forma sino la forma del contenido". Aunque Matemática tiniebla termina en Eliot, Antoni Marí afirma que el hilo rojo del libro sigue su camino. "Por centrarnos en la tradición hispánica reciente, Valente surge de ahí dentro. Lo mismo que, aunque parezca paradójico, Gil de Biedma, por la parte menos trascendental. ¿Entre los vivos? Antonio Gamoneda, que ha traducido a Mallarmé. Le mandé el libro y me dijo: 'has hecho mi autorretrato: estoy ahí en todas partes".

 

Desde su casa de León, y mientras corrige "una montaña" de poemas inacabados y trabaja en 30 folios de "garabatos" destinados a continuar sus memorias, Gamoneda reconoce sentirse "más cerca de las enseñanzas de los simbolistas franceses y sus afines" que de la tradición hispánica: "La poesía no está en el tema ni en las palabras usadas como ornamento. El lenguaje poético tiene una naturaleza musical propia. Yo no sé lo que sé hasta que no me lo dicen mis propias palabras", afirma el premio Cervantes de 2006. Y para los lectores, ¿cuál es hoy el lugar de la poesía? "La gran poesía", dice Marí, "es una mezcla de pensamiento, sentimiento e imaginación que exige una disposición especial, un ejercicio mental que muy pocos están dispuestos a hacer porque la satisfacción que produce no se mide en utilidad. Por eso, como dice Francisco Brines, la poesía no tiene público, tiene lectores".

 

Javier Rodríguez Marcos - Publicado em El País

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publicado por ardotempo às 11:54 | Comentar | Adicionar

Editor: ardotempo / AA

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