Quinta-feira, 05.03.09

No centro do mundo

Corazón tan tricolor
 
Enrique Vila-Matas
 
Fue un momento / un momento / en el centro del mundo.” 
Idea Vilariño
 
 
En la década de los noventa entablé cierta amistad con futbolistas que leían. Con Pardeza y Pep Guardiola, muy especialmente. Ellos querían que les hablara de literatura, y yo en cambio que me contaran secretos del fútbol.
 
A los dos les martiricé en diferentes noches preguntándoles si existían futbolistas de éxito que en el mismo terreno de juego hubieran sido conscientes, un día, de que acababan de hacer la mejor y última gran jugada de su vida. Se trataba obviamente de una pregunta que, en términos literarios, pocos escritores aceptarían responder. Yo, al menos, no he conocido a nadie que esté dispuesto a reconocer que su mejor libro ya lo ha escrito. Pardeza y Guardiola capearon el temporal con tacto y terminaron siempre eludiendo la respuesta a mi pregunta nocturna y obsesiva. 
 
La respuesta la hallé casualmente, años después, en la historia trágica de Abdón Porte, medio centro del Nacional de Montevideo. Rostro afilado, cabellera lacia, muy alto, tenacidad combativa. Corría el mes de marzo del año de 1918 y en Uruguay se jugaba en aquellos momentos el mejor fútbol del mundo.
 
Abdón Porte tenía 27 años y era el ídolo de los hinchas del Nacional, aunque éstos no sabían que Abdón sabía perfectamente que había hecho ya la última gran jugada de su vida. Había entrado en un ligero declive del que era consciente, y se veía suplente de otro medio centro en la siguiente temporada. Toda la hinchada tricolor (blanco, azul y rojo son los colores del Nacional)  amaba a Abdón Porte, y aquel día de marzo el equipo derrotó por 3 a 1 en su estadio del Parque Central al Charley. Tras el partido, Abdón fue a festejar la victoria con sus compañeros. A la una de la madrugada se despidió de todos y dijo que tomaría el tren en la Estación Central. Pero algo sucedió cuando se quedó solo y cambió de idea, regresó al estadio.
 
 
En medio de la noche, fue hasta el círculo central del campo, donde tenía la costumbre de reinar. Ya no le sustituiría nadie. Allí, en el centro mismo del estadio, se mató de un disparo en el corazón.
 
A la mañana siguiente, el cancerbero del equipo, que fue el primero en entrar en el estadio, encontró el cuerpo del medio centro. Junto al revólver, un sombrero de paja, con dos cartas. En una se despedía de los seres amados. Y en la otra –para que luego digan que literatura y fútbol están reñidos- unos versos copiados a mano: “Nacional aunque en polvo convertido/ y en polvo siempre amante/ no olvidaré un instante/ lo mucho que he querido/ Adiós para siempre
 
Corazón tan tricolor. Todavía hoy, en todos los partidos jugados en el Parque Central, se puede ver en la tribuna una bandera con la leyenda Por la sangre de Abdón. “Pavada de alegoría –escribió alguien-. Allí donde estaba, siendo patrón del medio, quería que el tiempo se hiciera eterno”. Pavada o no, dos semanas después de aquel suicidio, Horacio Quiroga, cuentista magistral y una de las vidas más trágicas de la literatura, se basó en la historia de Abdón para escribir Juan Polti, half-back, un relato que publicó en la revista Atlántida en mayo de 1918. "Cuando un muchacho llega, por A o B, y sin previo entrenamiento, a gustar de ese fuerte alcohol de varones que es la gloria, pierde la cabeza irremediablemente”. De ese alcohol de varones y del mítico suicidio hablaría también, años más tarde, el relato Muerte en la cancha, de Eduardo Galeano. 
 
 
Un 13 de julio de 1930, sin relación alguna entre el suicidio del medio centro y la competición universal que se inauguraba, se jugó en el estadio del Parque Central el primer partido de toda la historia de los Mundiales de fútbol. Se enfrentaron Estados Unidos y Bélgica. Así que puede decirse que el primer balón del primer Mundial comenzó a rodar desde el lugar exacto donde Abdón cayera muerto, desde aquel círculo central en el que el medio centro decidió jugar su último partido, eternizarse en el centro del mundo, de su mundo.
 
© Enrique Vila-Matas - Publicado no blog Enrique Vila-Matas
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publicado por ardotempo às 17:11 | Comentar | Ler Comentários (1) | Adicionar

Sem respostas

ARdoTEmpo

 

Hoje o blog publicará o seu artigo nº 1.000 - é hora de fazer um balanço.

 

1 ano e 1.000 artigos - (um certo esforço cotidiano, nenhuma receita / muito apoio dos amigos artistas, fotógrafos, poetas, escritores, ensaístas, jornalistas - sem a generosidade e apoio desses amigos e o seu material enviado, exclusivo, obras de arte, imagens, fotografias, poemas, contos e textos inéditos, entrevistas, o blog não teria nenhum sentido, nem vida útil constante - apenas 400 visitantes fiéis, diários; exigência pétrea na qualidade e na originalidade de conteúdo...) Vale a pena?

 

Quem vê o blog ARdoTEmpo? Muito obrigado a todos os que vêem o blog...

 

O resultado é mensurável na qualidade, conhece-se muita gente, no Brasil e em Portugal (e no mundo), mas o esforço é bastante grande, é até demasiado, o tempo dispendido resulta valioso e canalizado ao blog, um filtro editorial que deve ser extremamente exigente. 

 

O blog não é um "diário de debutantes", não se conjuga na primeira pessoa do singular. É um pouco diferente, procura ser como outros, os melhores, (os que são melhores que o ARdoTEmpo), que são justamente aqueles blogs diferentes, os mais cuidados, os originais, os que tem informação, talento e criatividade - conteúdo (os que estão na lista de links preferidos e pelos quais se passa todos os dias, para se aprender algo que não se sabe).

 

Tenta ser um blog amplo e diversificado culturalmente (sem política, sem futebol e sem religião). Para mostrar o que os outros, artistas, poetas, fotógrafos, escritores, estão fazendo e escrevendo. É, talvez, ambicioso na proposta da sua ação persistente e diária, mas essa ambição é alcançável? Isso tudo faz sentido? Chega-se a algum ponto, além da vaidade pessoal? Será que o blog interessa, de fato, a alguém mais e isso resulta em algum proveito tangível, concreto, a esse alguém interessado? É uma dúvida...

 

Vale a pena?

 

Essa é a pergunta, sem respostas...

 

 

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publicado por ardotempo às 13:50 | Comentar | Ler Comentários (1) | Adicionar

Editor: ardotempo / AA

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